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Violencia, ausencia del Estado y condiciones geográficas dificultan búsqueda de personas en la Orinoquia

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Esta fue la conclusión a la que llegaron los invitados a la sesión “Desaparición y búsqueda de personas en la Orinoquia”, organizada por el curso “La desaparición y búsqueda de personas en el contexto y en razón del conflicto armado colombiano”. Además, coincidieron en señalar que es necesaria la presencia del Estado en todo el territorio para garantizar las solicitudes de desaparición y acciones de búsqueda eficientes.

Isaac Giraldo López, de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) dijo que “en la Orinoquia hay 4.080 solicitudes, y de estas al menos se ha contactado con el 20 % de las familias. Solo en Arauca hay 700 solicitudes y en el Meta 2.300”.

En su opinión, “la labor de búsqueda no es posible sin la articulación con las familias buscadoras y las diferentes organizaciones civiles que hacen presencia en el territorio”.

Sin embargo, entre los retos que afronta este trabajo se encuentra la extensión geográfica, que convierte a la Orinoquia en una de las regiones más grandes del país. La situación se complica aún más en las zonas rurales; por ejemplo, en el departamento de Arauca, donde hace presencia la guerrilla del ELN, disidencias de las FARC y otros grupos armados, lo que impide el trabajo humanitario y el reconocimiento de las víctimas desaparecidas.

Tanto es así, que, según Isaac Giraldo, en el trabajo de reconocimiento en el territorio encontraron municipios donde no había información o registro de personas dadas por desaparecidas.

“En la primera visita que hicimos en el municipio de Salina (Casanare) se nos dice que no había ni víctimas ni familias buscadoras. Pero, en la primera jornada tuvimos 15 solicitudes de búsqueda”.

Una idea con la que concordó el sacerdote católico Luis Albeiro Camacho, de la Diócesis de Yopal, Comisionado de Paz y Asesor de la Defensoría del Pueblo: “hacen falta mecanismos para recuperar los cuerpos que se creen están en ciertas zonas por la información que se ha recibido. Además, no hay organismos especializados que actúen de inmediato con la Fuerza Pública”.

El fenómeno de la desaparición forzada es un fantasma presente en Colombia. Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, entre 1975 y 2015 se registraron 60.630 personas desaparecidas forzosamente en el país. Para agosto de 2018 la cifra ascendió a 80.000 personas.

La UPBD busca más de 120 víctimas desaparecidas por el conflicto. Para la región Orinoquia, los departamentos de Meta y Arauca son los que registran más personas desaparecidas, con 5.459 y 1.723 casos respectivamente.

La desaparición, la gran huella del conflicto en la Orinoquia

La región Orinoquia ha visto en carne propia las heridas abiertas del conflicto armado. Según la Comisión de la Verdad, mientras en el resto del país el 17 % de la población ha sido víctima, en esta región el porcentaje es cercano al 35 %. Sin embargo, la entidad asegura que es gracias a la labor de diferentes entes civiles, sociales y de derechos humanos que ha sido posible la construcción de la verdad en la zona.

Yolanda Montes, lideresa social de la región del Sarare y Arauca, además de fundar la Asociación de Familias de Desaparecidos por la Defensa de la Vida (Asofovida), dijo que “para las víctimas la paz implica la verdad. Abrazamos la verdad para que haya futuro. La construcción de la verdad se ha dado gracias a la confianza que se establece entre las víctimas y la institucionalidad”.

En un trabajo conjunto con diferentes organizaciones, Asofovida entregó un informe a la Comisión de la Verdad en el cual registraron 157 desaparecidos en Arauca y el Sarare. En él denuncian que es necesaria la exhumación en los cementerios de Arauca.

“Por ejemplo en Tame hay cementerios donde tenemos información de cuerpos ubicados en el terreno que datan de los años 90, pero la construcción de bóvedas nuevas sobre las antiguas hace difícil la recuperación de los cuerpos. La situación es peor en Saravena, donde el COVID-19 sacó a la luz cuerpos que no tenían el mejor manejo”, expresó Isaac Giraldo de la UBPD.

El evento fue organizado por los departamentos de Trabajo Social, Psicología y Sociología de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, en un trabajo conjunto con las Sedes Tumaco, Orinoquia y Manizales. Además contó con la moderación de la docente Vanessa Ortiz Piedrahíta, de la Sede Orinoquia.

Violencia, ausencia del Estado y condiciones geográficas dificultan búsqueda de personas en la Orinoquia

Esta fue la conclusión a la que llegaron los invitados a la sesión “Desaparición y búsqueda de personas en la Orinoquia”, organizada por el curso “La desaparición y búsqueda de personas en el contexto y en razón del conflicto armado colombiano”. Además, coincidieron en señalar que es necesaria la presencia del Estado en todo el territorio para garantizar las solicitudes de desaparición y acciones de búsqueda eficientes.

Isaac Giraldo López, de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) dijo que “en la Orinoquia hay 4.080 solicitudes, y de estas al menos se ha contactado con el 20 % de las familias. Solo en Arauca hay 700 solicitudes y en el Meta 2.300”.

En su opinión, “la labor de búsqueda no es posible sin la articulación con las familias buscadoras y las diferentes organizaciones civiles que hacen presencia en el territorio”.

Sin embargo, entre los retos que afronta este trabajo se encuentra la extensión geográfica, que convierte a la Orinoquia en una de las regiones más grandes del país. La situación se complica aún más en las zonas rurales; por ejemplo, en el departamento de Arauca, donde hace presencia la guerrilla del ELN, disidencias de las FARC y otros grupos armados, lo que impide el trabajo humanitario y el reconocimiento de las víctimas desaparecidas.

Tanto es así, que, según Isaac Giraldo, en el trabajo de reconocimiento en el territorio encontraron municipios donde no había información o registro de personas dadas por desaparecidas.

“En la primera visita que hicimos en el municipio de Salina (Casanare) se nos dice que no había ni víctimas ni familias buscadoras. Pero, en la primera jornada tuvimos 15 solicitudes de búsqueda”.

Una idea con la que concordó el sacerdote católico Luis Albeiro Camacho, de la Diócesis de Yopal, Comisionado de Paz y Asesor de la Defensoría del Pueblo: “hacen falta mecanismos para recuperar los cuerpos que se creen están en ciertas zonas por la información que se ha recibido. Además, no hay organismos especializados que actúen de inmediato con la Fuerza Pública”.

El fenómeno de la desaparición forzada es un fantasma presente en Colombia. Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, entre 1975 y 2015 se registraron 60.630 personas desaparecidas forzosamente en el país. Para agosto de 2018 la cifra ascendió a 80.000 personas.

La UPBD busca más de 120 víctimas desaparecidas por el conflicto. Para la región Orinoquia, los departamentos de Meta y Arauca son los que registran más personas desaparecidas, con 5.459 y 1.723 casos respectivamente.

La desaparición, la gran huella del conflicto en la Orinoquia

La región Orinoquia ha visto en carne propia las heridas abiertas del conflicto armado. Según la Comisión de la Verdad, mientras en el resto del país el 17 % de la población ha sido víctima, en esta región el porcentaje es cercano al 35 %. Sin embargo, la entidad asegura que es gracias a la labor de diferentes entes civiles, sociales y de derechos humanos que ha sido posible la construcción de la verdad en la zona.

Yolanda Montes, lideresa social de la región del Sarare y Arauca, además de fundar la Asociación de Familias de Desaparecidos por la Defensa de la Vida (Asofovida), dijo que “para las víctimas la paz implica la verdad. Abrazamos la verdad para que haya futuro. La construcción de la verdad se ha dado gracias a la confianza que se establece entre las víctimas y la institucionalidad”.

En un trabajo conjunto con diferentes organizaciones, Asofovida entregó un informe a la Comisión de la Verdad en el cual registraron 157 desaparecidos en Arauca y el Sarare. En él denuncian que es necesaria la exhumación en los cementerios de Arauca.

“Por ejemplo en Tame hay cementerios donde tenemos información de cuerpos ubicados en el terreno que datan de los años 90, pero la construcción de bóvedas nuevas sobre las antiguas hace difícil la recuperación de los cuerpos. La situación es peor en Saravena, donde el COVID-19 sacó a la luz cuerpos que no tenían el mejor manejo”, expresó Isaac Giraldo de la UBPD.

El evento fue organizado por los departamentos de Trabajo Social, Psicología y Sociología de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, en un trabajo conjunto con las Sedes Tumaco, Orinoquia y Manizales. Además contó con la moderación de la docente Vanessa Ortiz Piedrahíta, de la Sede Orinoquia.

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Muere motociclista e la vía a Arauca

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A veces la muerte viaja en remolque. 🛻💥 Este 15 de abril, poco después de las diez de la mañana, una tragedia sacudió la vereda El Rosario, en la vía que une a Arauca con Tame. Allí, en ese asfalto rural de la vía nacional que muchos cruzan sin saber si llegarán al otro lado, un remolque se desprendió de una camioneta. No fue un descuido menor: fue una sentencia.

La estructura suelta tomó la delantera —como si tuviera vida propia— y fue a encontrarse de frente con un motociclista que circulaba por la vía. El impacto fue brutal. 💀🏍️ El hombre murió en el acto, sin tiempo para reacciones, sin margen de error. A esta hora, su nombre sigue siendo un misterio, pero su historia ya forma parte de una estadística que crece con cada curva sin señalizar, con cada vehículo mal asegurado.

Los organismos de socorro llegaron solo para confirmar lo que el asfalto ya sabía. 🙏 un muerto en la vía.

Mientras tanto, la responsabilidad viaja con menos prisa. No se ha confirmado si hubo negligencia en la sujeción del remolque, si hubo revisión técnica, si hubo alguien que debió prever lo que nadie quiso enfrentar.

En Colombia, morir en la vía es tan común como la indiferencia con la que se archivan estos casos. 🚧📁 La pregunta no es quién murió, sino cuántos más lo harán mientras el Estado y los conductores siguen apostando al azar.

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Extorsión disfrazada: el ELN dice que no es el ELN

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En el oriente colombiano la extorsión tiene acento guerrillero, pero esta vez —según la propia guerrilla— el uniforme es falso.

🧾 En los últimos días han circulado panfletos, audios y llamadas firmados por supuestos miembros del Frente de Guerra Oriental del ELN, en los que se amenaza, cita y extorsiona a empresarios y ganaderos.
La advertencia es clara: pagar o pagar.

Pero esta vez, el grupo armado decidió pronunciarse. 🗣️


A través de sus canales en redes sociales, el ELN aseguró que no son ellos. Que esos mensajes no reflejan ni su lenguaje, ni su “proceder”, ni su “juridicidad” —una palabra que, en sí misma, deja ver lo institucionalizada que está su lógica del castigo.

📵 Según su versión, ellos no usan llamadas ni audios para obtener recursos. La consecución económica la hacen de manera directa y «concertada». En otras palabras, cara a cara y con cita previa.

🚫 También piden al pueblo del oriente que no giren dinero, no consignen, y no se dejen intimidar. Los verdaderos responsables, dicen, son bandas delincuenciales, narcoparamilitares e incluso redes que operan desde las cárceles.

Mientras tanto, las autoridades, no se han pronunciado.

🔍 ¿Quién está detrás de estas llamadas?


🔐 ¿Por qué siguen teniendo tanta capacidad de intimidación estas estructuras —sean guerrilla o no—?


📞 ¿Y por qué aún hay quienes prefieren enviar plata antes que buscar al Estado?

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Una visita con destinatario claro el ministro de defensa en Arauca

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🧩

Este martes, el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, aterrizó en Arauca… pero no en el Arauca que sufre. 🛬
Su presencia generó expectativa en un departamento donde la violencia no se toma vacaciones: atentados, secuestros y asesinatos son pan de cada día, sobre todo en Tame, Saravena, Fortul y Arauquita. Sin embargo, ninguno de esos municipios mereció su visita.

📍 El ministro se limitó a ir a la capital, donde —según dijo— los homicidios han disminuido. Lo que no explicó fue por qué no se asomó ni de paso por las zonas más golpeadas por el crimen.

La visita, sin embargo, tuvo su razón de ser… y no era precisamente escuchar a las comunidades.


💰 El evento central fue la entrega de equipos por más de $3.000 millones de pesos que el alcalde Juan Alfredo Quenza le hizo a la fuerza pública: motocicletas, tecnología y hasta el primer fusil antidrones del departamento.

🎯 La inversión, que proviene de la Ley 418 para seguridad ciudadana, parece ir en dirección correcta.

🚨 El nuevo fusil antidrones, en teoría, busca blindar a la capital de ataques como los vividos en Cauca y Nariño. El propio ministro quedó sorprendido por la novedad. Sin embargo, el peligro real sigue moviéndose a sus anchas en los otros municipios, donde no hubo ni helicópteros ni conferencias.

Tras la entrega y las fotos, se adelantó un consejo de seguridad en la Brigada 18. Allí sí estuvieron el gobernador, alcaldes y altos mandos militares. Pero lo cierto es que el simbolismo ya estaba claro:
👉 El ministro vino a recibir, no a ofrecer.
👉 Vino a la parte menos violenta, no a la más dolida.

Y como ya es costumbre en estas tierras, la guerra sigue esperando respuestas en el mismo lugar donde nadie aterriza.

🕊️

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